A los novios
Cuando una pareja toma la decisión de casarse, todo se llena de alegría e ilusión. La familia lo celebra y, aunque algunos suelen comentar -«no sabéis lo que hacéis!!!»- en realidad es la mejor noticia para las personas a las que de verdad les importáis. Que esa alegría continúe durante todos los preparativos que empiezan en ese momento, depende de vosotros mismos. Se pueden enfocar las elecciones de los vestido y traje de novios, lugares de ceremonia y celebración, flores, detalles, fotógrafo como algo lleno de nervios y presión, o como estupendas ocasiones para disfrutar de cada cosa. De verdad, por evidente que parezca, yo recomiendo verlo de esta segunda manera en todo momento.
El día de la boda pasa de una manera fugaz. Es frecuente en todas las parejas que se casan, que en el momento de su marcha, se pregunten – ¿y esto era todo? Ha pasado demasiado rápido!!!- Y es por ello, por lo que disfrutar de cada minuto y de cada elección que suceden desde que se toma la decisión de casarse, hasta que la boda concluye, es lo que os hará vivir intensa y felizmente ese día y los meses anteriores y por supuesto, los posteriores. También por ello es bueno contar con un buen fotógrafo y no sólo eso, sino que ese fotógrafo además de ser profesional, coincida con el estilo que a vosotros os identifica, porque en sus manos estará el recuerdo gráfico que os quedará para el futuro, para que lo volváis a vivir una y otra vez, para que el día de mañana lo compartáis con vuestros hijos y nietos, y si no os identificáis con el trabajo de ese fotógrafo, la historia no estará contada adecuadamente para vosotros.
Fotógrafos de boda hay muchos, en muchos casos además son muy buenos. Los hay con precios altos, los hay más económicos, los hay profesionales y no, pero a la hora de valorar quién queréis que sea el fotógrafo de vuestra boda, lo principal es que su estilo os guste. Fotógrafos, como parejas, los hay de todo tipo. Tradicionales, posados, serios, alegres, educados y lo contrario, preparados, no preparados, con medios suficientes y sin ellos.
¿Qué ofrezco yo?
Para mí fotografiar una boda es la búsqueda continua de la emoción. Si algo me importa ese día es que los sentimientos que florecen, tanto de los novios, como de su gente, estén guardados en las imágenes que quedarán para el recuerdo. Busco esto por encima de cualquier otra cosa porque una boda está llena de alegría, complicidad, lágrimas de emoción y las personas, en esos momentos, es cuando más auténticas y bellas nos mostramos. La mejor foto de moda nunca emocionará tanto como una madre abrazando a su hijo recién casado, o como un padre que aprieta la mano de su hija, con el nudo en la garganta que le ocasiona saber que llegó ese día que imaginó desde que la vio nacer. Y sobre todo las risas, la fiesta y la alegría de las personas celebrando un día especial.
Busco la naturalidad, que las cosas sucedan y estar ahí para fotografiarlas. Permitir disfrutar a la pareja de su gran día, sin intervenir más allá de lo técnicamente necesario. Esto último también es importante. Con frecuencia el fotógrafo profesional ayuda a que las cosas sucedan de manera que la fotografía sea la mejor posible. Buscar esa luz que le da magia a la imagen, ese entorno que ayudará a que las fotografías ganen, e incluso, en ocasiones ¿por qué no? hacer un poco el payaso para conseguir unas risas sinceras.
Me gusta dar el mejor trato a todas las personas con las que se convive el día de la boda. Todos y cada uno de los invitados lo merecen, y conseguir que esa convivencia sea agradable y divertida, ayuda en el resultado final. Ese día hay personas que pasan nervios, con frecuencia padres y hermanos. Pero esto es algo normal, y los fotógrafos tenemos que asumirlo con una sonrisa, incluso a veces actuar de improvisado psicólogo, y así, de verdad, disfrutar y hacer que los demás disfruten mientras estás trabajando.
Todo lo anterior no sería suficiente sin una estética adecuada. Si además de contar vuestro día, y lo emocionante que pudo llegar a ser, se hace desde una óptica elegante, con frescura y buen gusto. Sin excesos, fotomontajes ni estridencias, el resultado que se obtiene es lo que yo busco en cada fotografía y en cada trabajo, contar y contar bonito.
Y por último, la técnica, sin ella y sin el equipo necesario para realizarla, no habría fotografías. Ser un fotógrafo profesional implica una continua inversión y adaptación a las nuevas tecnologías y avances que aportan mayor calidad a la fotografía final. Cámaras, objetivos, equipos de iluminación, ordenadores han de estar en consonancia con los tiempos, y con ellos, conseguir las fotografía finales más adecuadas y con la máxima calidad.
«Así que espero que disfrutéis del día de vuestra boda, de todo lo anterior y de lo que venga en adelante, y si mi permitís el honor de ser testigo de excepción, con mi trabajo fotográfico, todos mis esfuerzos se orientarán para que así sea.»
